Harley-Max lo ha pasado fatal durante el primer mes de su abandono, se nos partía el alma cuando lo oíamos aullar, sobre todo por las noches, se tiraba horas llamando a sus dueños, esperando que volvieran a buscarlo, nos daba una pena…; ahora se ha dado cuenta de que no van a venir nunca más, ya se ha acostumbrado a su nueva situación y, a lo que por ahora va a ser su nuevo hogar.

Es un poco desconfiado al principio,  pero en cuanto lo sacas de paseo un par de veces coge confianza rápido y te da besitos.   Nos da la impresión que no estaba muy acostumbrado a pasear de correa ya que va mirando todo asombrado y se asusta cuando encuentra algo inesperado: una bolsa en el suelo, un paraguas…  Con lo que si disfruta mucho es corriendo, nos encanta soltarle en un patio grande que tenemos y ver como «cabalga», es tan grande que parece un caballo galopando.